miércoles, 30 de marzo de 2011

Andrea Briosco

Andrea Briosco llamado el Riccio (Trento, c.1470 - Padua, 1532) fue un escultor italiano, y alguna vez ejerció como arquitecto, siendo especialmente conocido por sus pequeños objetos en bronce (tinteros, pomos de puerta etc.) de estilo renacimiento.
Vida y trabajos
Hijo de un orfebre de Milán, Ambrosio di Cristoforo Briosco, se formó en el taller de Bartolomeo Bellano, entre 1497 y 1498, y completó el monumento a Roccabonella en la iglesia de San Francisco de Asís en Padua.
En los años siguientes se mostró especialmente activo en la Basílica de San Antonio de Padua, donde son de su mano los dos relieves de bronce de 1506, conservados en el coro a los lados del altar mayor: Cristo en el limbo y la Danza de David di all'Arca dinanzi, el candelabro del cirio pascual que tiene una rica ornamentación (tal vez su obra más famosa, hecho desde 1507 hasta 1516), y la tumba de Antonio Trombetta, tallada entre 1521 y 1524.
En su madurez, la obra de mayor prestigio de Briosco, fue el arca de Jerónimo y Marcantonio della Torre, con fecha de 1516 a 1521, fue efectuada para la iglesia de San Fermo en Verona, donde aún se conserva, a excepción de los bajorrelieves de bronce transferidos, en 1796, el Museo del Louvre. También hay que recordarle por muchas pequeñas esculturas de bronce, inspiradas en temas clásicos (querubines, dioses, centauros), que son de una factura elegante y precisa.
Característica de la obra de Briosco fue el progresivo abandono de la fuerte carga emocional de su maestro Bellano y la aparición paralela hacia un academismo clásico, de un estrecho vínculo con el entorno cultural humanismo paduano.
Leopoldo Cicognara lo recuerda en su Storia della scultura dal suo risorgimento in Italia sino al secolo di Napoleone per servire di continuazione alle opere di Winckelmann e di d'Agincourt y lo eleva a los honores como el «Lisipo de los bronces venecianos».
OBRAS



Cristo en el Limbo de Andrea Briosco.



Busto de mujer por Andrea Briosco.

Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni

Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni[1] (Caprese, 6 de marzo de 1475 – Roma, 18 de febrero de 1564), conocido en español como Miguel Ángel, fue un escultor, arquitecto y pintor italiano renacentista, considerado uno de los más grandes artistas de la historia tanto por sus esculturas como por sus pinturas y obra arquitectónica.
Desarrolló su labor artística a lo largo de más de setenta años entre Florencia y Roma, que era donde vivían sus grandes mecenas, la familia Médicis de Florencia, y los diferentes papas romanos.
Fue el primer artista occidental del que se publicaron dos biografías en vida:
• Le Vite de' più eccellenti pittori, scultori, ed architettori, de Giorgio Vasari, publicada en 1550 en su primera edición, en la cual fue el único artista vivo incluido.[2]
• Vita de Michelangelo Buonarroti, escrita en 1553 por Ascanio Condivi, pintor y discípulo de Miguel Ángel, que recoge los datos facilitados por el mismo Buonarroti.[3]
Fue muy admirado por sus contemporáneos, que le llamaban el Divino.[4] Benedetto Varchi, el 12 de febrero de 1560, le envió una carta en nombre de todos los florentinos diciéndole:
...toda esta ciudad desea sumisamente poderos ver y honraros tanto de cerca como de lejos... Vuestra Excelencia nos haría un gran favor si quisiera honrar con su presencia su patria.[5]
Triunfó en todas las artes en las que trabajó, caracterizándose por su perfeccionismo.[6] La escultura, según había declarado, era su predilecta y la primera a la que se dedicó; a continuación, la pintura, casi como una imposición por parte de Julio II, y que se concretó en una obra excepcional que magnifica la bóveda de la Capilla Sixtina; y ya en sus últimos años, realizó proyectos arquitectónicos.
Biografía


Vista de Florencia, según un grabado del Liber chronicarum (1493), en los primeros años de Miguel Ángel.
Familia
Nació en 1475, en Caprese, una villa de la Toscana cerca de Arezzo.[7] Fue el segundo de cinco hijos varones de Ludovico di Leonardo Buonarroti di Simone y de Francesca di Neri del Miniato di Siena.[8] Su madre murió en 1481, cuando Miguel Ángel contaba seis años. La familia Buonarroti Simone vivía en Florencia desde hacía más de trescientos años y habían pertenecido al partido de los güelfos; muchos de ellos habían ocupado cargos públicos. La decadencia económica empezó con el abuelo del artista, y su padre, que había fracasado en el intento de mantener la posición social de la familia, vivía de trabajos gubernamentales ocasionales,[2] como el de corregidor de Caprese en la época que nació Miguel Ángel. Regresaron a Florencia, donde vivían de unas pequeñas rentas procedentes de una cantera de mármol y una pequeña finca que tenían en Settignano,[9] pueblo donde Miguel Ángel había vivido durante la larga enfermedad y muerte de su madre; allí quedó al cuidado de la familia de un picapedrero.[8]
El padre le hizo estudiar gramática en Florencia con el maestro Francesco da Urbino. Miguel Ángel quería ser artista, y cuando comunicó a su padre que deseaba seguir el camino del arte, tuvieron muchas discusiones, ya que en aquella época era un oficio poco reconocido. Ludovico di Leonardo consideraba que aquel trabajo no era digno del prestigio de su linaje. Gracias a su firme decisión, y a pesar de su juventud, consiguió convencerlo para que le dejara seguir su gran inclinación artística, que, según Miguel Ángel, le venía ya de la nodriza que había tenido, la mujer de un picapedrero. De ella comentaba: «Juntamente con la leche de mi nodriza mamé también las escarpas y los martillos con los cuales después he esculpido mis figuras».[10]
Mantuvo buenas relaciones familiares a lo largo de toda su vida. Cuando su hermano mayor Leonardo se hizo monje dominicano en Pisa, asumió la responsabilidad en la dirección de la familia. Tuvo a su cargo el cuidado del patrimonio de los Buonarroti y lo amplió con la compra de casas y terrenos, así como también concertó el matrimonio de sus sobrinos Francesca y Leonardo con buenas familias de Florencia.[11]
Aprendizaje


Retrato de Miguel Ángel por Daniele da Volterra, donde se le aprecia la nariz chata.


Retrato de Miguel Ángel Buonarroti en 72 por Giulio Bonasone de 1546
Desde muy joven manifestó sus dotes artísticas para la escultura, disciplina en la cual empezó a sobresalir. En abril de 1488, con doce años de edad y gracias al consejo de Francesco Granacci, otro joven que se dedicaba a la pintura, entró en el taller de los famosos Ghirlandaio (Domenico y Davide); su familia y los Ghirlandaio formalizaron un contrato de estudios durante tres años:[12]
1488.Yo, Ludovico di Lionardo Buonarota, en este primer día de abril, inscribo a mi hijo Michelangelo como aprendiz de Domenico y Davide di Tomaso di Currado, durante los próximos tres años, bajo las condiciones siguientes: que el dicho Michelangelo ha de permanecer durante el tiempo convenido con los anteriormente citados para aprender y practicar el arte de la pintura y que ha de obedecer sus instrucciones, y que los nombrados Domenico y Davide habrán de pagarle en estos años la suma de veinticuatro florines de peso exacto: seis durante el primer año, ocho el segundo año y diez el tercero, en total una suma de noventa y seis liras.[13]
Allí permaneció como aprendiz durante un año, pasado el cual, bajo la tutela de Bertoldo di Giovanni, empezó a frecuentar el jardín de San Marcos de los Médicis, donde estudió las esculturas antiguas que había allí reunidas. Sus primeras obras artísticas despertaron la admiración de Lorenzo el Magnífico, que lo acogió en su Palacio de la Via Longa, donde Miguel Ángel se habría de encontrar con Angelo Poliziano y otros humanistas del círculo de los Médicis, como Giovanni Pico della Mirandola y Marsilio Ficino.[14] Estas relaciones lo pusieron en contacto con las teorías idealistas de Platón, ideas que acabaron convirtiéndose en uno de los pilares fundamentales de su vida y que plasmó tanto en sus obras plásticas como en su producción poética.
Según Vasari, un día, saliendo del jardín de los Médicis -o, según Benvenuto Cellini, de la capilla Brancacci, donde él y otros alumnos aprendían a dibujar delante de los frescos de Masaccio-, fue cuando Pietro Torrigiano le dio un puñetazo y le rompió la nariz; como consecuencia, le quedó la nariz chata toda la vida, tal como se aprecia claramente en todos sus retratos.[15] [16]
Recorrido artístico


Retrato de Lorenzo el Magnífico, primer mecenas de Miguel Ángel, por Vasari.
Tras la muerte de Lorenzo el Magnífico, en 1492, Miguel Ángel huyó de Florencia y pasó por Venecia, instalándose después en Bolonia. Allí esculpió diversas obras bajo la influencia de la labor de Jacopo della Quercia. Pero en el año 1496 decidió partir hacia Roma, ciudad que había de verle triunfar. Allí inició una década de gran intensidad artística, después de la cual, con treinta años, fue acreditado como un artista de primera línea. A los veintitrés años talló la Piedad del Vaticano, después del Bacus del Bargello (1496),[17] y posteriormente realizó el Tondo Pitti. De la misma época es el cartón de La batalla de Cascina, actualmente perdido, pintado para la Señoría de Florencia, y el David, obra cumbre de la escultura, de una gran complejidad por la escasa anchura de la pieza de mármol, que fue colocado delante del palacio del Ayuntamiento de Florencia y se convirtió en la expresión de los supremos ideales cívicos del Renacimiento.[18]
En marzo de 1505, Julio II le encargó la realización de su monumento fúnebre: Miguel Ángel proyectó un complejo arquitectónico y escultórico monumental en el cual, más que el prestigio del pontífice, se loaba el triunfo de la Iglesia. El escultor, entusiasmado con esta obra, permaneció en Carrara durante ocho meses para ocuparse personalmente de la elección y la dirección de la extracción de los mármoles necesarios. Desgraciadamente, al regresar a Roma, el papa había dejado a un lado el proyecto del mausoleo, absorbido como estaba con la reforma de Bramante en la Basílica de San Pedro. Miguel Ángel, contrariado, abandonó Roma y se dirigió a Florencia, pero a finales de noviembre de 1506, después de numerosas llamadas del pontífice que, hasta le llegó amenazar con la excomunión, se reunió con él en Bolonia.[19]
En mayo de 1508 aceptó dirigir la decoración de la bóveda de la Capilla Sixtina, cuyos frescos concluyó cuatro años más tarde, después de un trabajo solitario y tenaz. En esta obra ideó una grandiosa estructura arquitectónica pintada, inspirada en la forma real de la bóveda. En el tema bíblico general de la bóveda, Miguel Ángel interpuso una interpretación neoplatónica del Génesis y dio forma a un tipo de interpretación de las imágenes que conseguirían ser un símbolo del arte del Renacimiento.


El papa Julio II, el otro gran mecenas de Miguel Ángel, por Rafael.
Después de la muerte de Julio II, en mayo de 1513, el artista hizo un segundo intento de seguir con la obra del mausoleo del pontífice. Con este propósito esculpió las dos figuras de los Esclavos y el Moisés, que reflejan una atormentada energía, la terribilitá de Miguel Ángel. Pero este segundo intento tampoco prosperó.
Finalmente, después de la muerte de Bramante (1514) y de Rafael Sanzio (1520), Miguel Ángel consiguió la total confianza del papado.
El gran retardo con que Miguel Ángel obtiene en Roma el reconocimiento oficial ha de ser atribuido a la heterodoxia de su estilo. Le faltaba lo que Vitruvio llamaba decòrum, es decir, el respeto por la tradición.
Ackerman, (1968), p. 7
En 1516, por encargo de León X, inició la fachada de la Basílica de San Lorenzo, trabajo que en el año 1520 debió abandonar con gran amargura. Del proyecto original se conservan numerosos dibujos y una maqueta de madera. A partir de 1520 y hasta 1530, Miguel Ángel trabajó en Florencia y construyó la Sacristía Nueva de San Lorenzo y la Biblioteca Laurenciana, en especial su escalera. Después del saqueo de Roma (1527) y de la expulsión de los Médicis de Florencia, Miguel Ángel formó parte, como hecho meramente anecdótico, del gobierno de la nueva República Florentina, de la cual fue nombrado «gobernador y procurador general de la fabricación y fortificación de las murallas», y participó en la defensa de la ciudad asediada por las tropas papales. En el año 1530, después de la caída de la República, el perdón de Clemente VII lo salvó de la venganza de los partidarios de los Médicis.[20] A partir de este año reemprendió los trabajos de la Sacristía Nueva y del sepulcro de Julio II.
En 1534, al encontrarse a disgusto con la nueva situación política que se había instaurado en Florencia, abandonó la ciudad y se estableció en Roma, donde aceptó el encargo de Clemente VII para trabajar en el altar de la Capilla Sixtina y donde, entre 1536 y 1541, realizó el magnífico Juicio Final. Hasta el año 1550 fue haciendo obras para la tumba de Julio II, y los frescos de la Capilla Paulina que representan La conversión de san Pablo y el Crucifixión de san Pedro.
Vida amorosa
Miguel Ángel pretendía interiorizar las teorías neoplatónicas del amor, haciendo grandes esfuerzos para conseguir un equilibrio emotivo que pocas veces logró. Su inclinación natural por la materia, por las formas físicas, era por encima de cualquier cosa, un escultor de cuerpos-, unida a su fascinación por todo lo joven y vigoroso, emblemas de la belleza clásica,[21] lo llevaron a decantarse por la belleza humana y el amor más sensual hasta muy avanzada su vida. Esta conflictividad enriquecedora con la que el artista vivió su deseo carnal, también afloró en el enfrentamiento con su homosexualidad.[22]
El artista mantuvo relaciones con diversos jóvenes, como Cecchino dei Bracci, por el que sentía un gran afecto. Cuando en 1543, Bracci falleció, Miguel Ángel le diseñó la tumba, en la iglesia de Santa María in Aracoeli de Roma, y encargó que la realizase a su discípulo Urbino.[23] También Giovanni da Pistoia, joven y bello literato, fue durante un tiempo íntimo amigo, y es posible que mantuviera una relación amorosa con Miguel Ángel en la época que empezó a pintar la bóveda de la Capilla Sixtina; esta relación queda reflejada en unos sonetos muy apasionados que Giovanni le dedicó.[22



OBRAS
La Piedad Palestrina de Florencia.

La Piedad Rondanini de Milán.

La Piedad florentina a Santa Maria del Fiore, Florencia.

Juan Martínez Montañés

Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, Jaén, 1568 - Sevilla, 18 de junio de 1649) fue un escultor español que trabajó entre la escultura del Renacimiento y la del barroco. Se formó en Granada con Pablo de Rojas y completó su educación en Sevilla, donde se estableció para el resto de su vida, convirtiéndose en el máximo exponente de la escuela sevillana de imaginería. Prácticamente toda su obra fue de tema religioso, menos dos estatuas orantes y el retrato de Felipe IV. Recibió y realizó encargos para diversas ciudades del continente americano. En su tiempo fue conocido como el «Lisipo andaluz» y también como el «Dios de la madera» por la gran facilidad y maestría que tenía al trabajar con dicho material.[1]
Biografía
Nacimiento en Alcalá
Nació en la ciudad jienense de Alcalá la Real, siendo bautizado en la Iglesia parroquial de Santo Domingo de Silos, el 16 de marzo de 1568.[2] Sus padres fueron Juan Martínez, de oficio bordador y conocido con el sobrenombre de "Montañés", y su madre Marta González. El matrimonio tuvo seis hijos de los cuales Juan era el único varón. Mantuvo una profunda relación con las dos únicas de sus hermanas que llegaron a la edad adulta. La menor de ellas, Thomasina, fallecida en 1619, convivió con el escultor, hasta su muerte, su pérdida impulsó una época de decaimiento anímico de Montañés.[3] En Alcalá conoció probablemente al que sería posteriormente su mentor, Pablo de Rojas, casi veinte años mayor que él.
Granada
En 1579 se trasladó junto con su familia a Granada, donde, con unos doce años, comenzó su formación escultórica, en el taller de su paisano Pablo de Rojas, al que a lo largo de su vida reconocería como su maestro y del que se nota su influencia en las esculturas de crucificados.[4] Allí trató también con otros artistas como los hermanos García (jerónimo, Francisco y Miguel Jerónimo). El aprendizaje en esta ciudad sería corto, por cuanto en 1582 se encontraba ya en Sevilla.[5]
Sevilla


Monumento a Montañés en la plaza del Salvador, Sevilla, obra del escultor Agustín Sánchez Cid (1924). Lleva recogida en su mano la inmaculada denominada la Cieguecita
Terminado el periodo de aprendizaje con Rojas, se traslada a Sevilla, a donde lo seguiría toda su familia. Allí estaban asentados ya varios artistas originarios de Alcalá, como Gaspar de Rages o Raxis, sobrino de Rojas. En esta ciudad comenzó a trabajar en un taller de escultura, que se cree pudo ser el de Gaspar Núñez Delgado. Se inscribió en la «Hermandad del Dulce Nombre», donde consta que donó una imagen mariana, aunque no dice que fuera de su autoría.[6]
Los primeros datos de su estancia en Sevilla corresponden a junio de 1587, cuando contrajo matrimonio con Ana de Villegas, hija del ensamblador Juan Izquierdo, en la iglesia parroquial de San Vicente. De este matrimonio nacerían cinco hijos: Mariana (monja dominica), Bernardino (monje franciscano), José (prebístero), Rodrigo y Catalina.[6] El 1 de diciembre de 1588 compareció ante un tribunal examinador, compuesto por Gaspar de Águila y Miguel de Adán, para acreditar su suficiencia en la escultura y el diseño de retablos. En presencia del tribunal esculpió una figura vestida y otra desnuda, y realizó también el alzado de un retablo, siendo declarado "hábil y suficiente para ejercer dichos oficios y abrir tienda pública".[7]
Se estableció en la colación de la Magdalena, viviendo en la calle de la Muela; allí moriría, en 1613 su esposa Ana, que fue enterrada el 28 de agosto en una sepultura que poseía el matrimonio en el convento de San Pablo de Sevilla.[6] Montañés contrajo nuevamente matrimonio el 28 de abril de 1614 con Catalina de Salcedo y Sandoval, hija del pintor Diego de Salcedo y nieta del escultor Miguel de Adán, con la que tendría siete hijos: Fernando, Mariana, Francisco, Ana Micaela, José Ignacio, Teresa y Hermenegildo.[8] En el mes de agosto de 1591 fue encarcelado por sospecharse su implicación en el asesinato de un tal Luis Sánchez, permaneciendo en la cárcel dos años, hasta que la viuda le perdonó previa entrega de cien ducados. El documento del pleito se guarda en el Archivo de Protocolos Notariales de Sevilla.[9]
En el año 1629 enfermó, debiendo permanecer en cama durante cinco meses, cosa que le obligó a no poder trabajar en el retablo de la catedral, y que provocó que mantuviese un pleito por demora e incumplimkiento del contrato.[10] En 1635 viajó a Madrid, donde había sido contratado para moldear en barro el busto del rey Felipe IV, que junto con el retrato ecuestre de Velázquez debían servir como modelo para una estatua ecuestre que iba a realizar el italiano Pietro Tacca. Esta estatua se encuentra actualmente en la plaza de Oriente de Madrid.[11] El éxito que obtuvo con este busto fue muy importante y desde entonces fue conocdo como el «Lisipo andaluz», alias que le dió el poeta Gabriel de Bocángel y Unzueta al nombrarlo así en un soneto dedicado al escultor.[12]
En la capital pasó seis meses para la elaboración del trabajo. Durante su estancia fue retratado por Velázquez (Retrato de Juan Martínez Montañés), obra expuesta en el Museo del Prado. El escultor ya conocía a Velázquez de su etapa sevillana como aprendiz en el taller de Francisco Pacheco. Se conserva otro retrato del escultor, propiedad del Ayuntamiento de Sevilla, en la actualidad expuesto en el Hospital de los Venerables, pintado por Francisco Varela, en el que se le representa esculpiendo el San Jerónimo de Santiponce. Para José Hernández Díaz, uno de los máximos especialistas en Montañés, era un temperamento cicloide, proclive a reacciones violentas y a crisis depresivas. Finalmente fue retratado por Francisco Pacheco para su obra Libro de descripción de verdaderos retratos, realizado en los últimos años de Martínez Montañés.[1]
Falleció en Sevilla, a los 81 años, víctima de la Epidemia de Peste de 1649 que asoló Sevilla y en la que murió casi el cincuenta por ciento de la población de la ciudad, siendo enterrado en la antigua parroquia de la Magdalena. Catalina de Salcedo, su viuda, declaró en un documento dekl año 1655:
... mi marido quiso ser enterrado en el convento de San Pablo, en la sepultura que allí tenemos, y por haber muerto el año 1649, en el rigor de la peste, el sudicho me pidió que fuese sepultado, como lo está, en la iglesia parroquial de la Magdalena de esta ciudad...
Con motivo de la desamortización española del siglo XIX la parroquia de la Magdalena fue demolida y se perdieron sus restos.[13]
Vida religosa
La vida de Martínez Montañés en Sevilla fue una vida ordenada, profundamente religiosa, como había sido desde su infancia y que se cultivó durante su estancia en Sevilla, con un conocimiento más profundo de la Biblia y de textos de Santa Teresa de Jesús, Fray Luis de Granada y San Juan de la Cruz. En consonancia con su religiosidad, varios de sus hijos profesaron órdenes religiosas. Perteneció a una agrupación religiosa llamada "Congregación de la Granada", que defendía ardientemente la concepción inmaculada de la Virgen María, lo que le provocó un problema con la Santa Inquisición en 1624, cuando la Inquisición secuestró y confiscó el archivo de la citada congregación y los documentos de muchos de sus miembros.[14] Parece que relacionado con el seguimiento del que era objeto la congregación, en diciembre de 1620 solicitó que se hiciera información para acreditar su limpieza de sangre.[15]
Vida cultural
La formación y vidal cultural humanística acostumbraban a ir unidas en aquella época, de manera que los talleres de aprendizaje eran lugares donde el maestro disponía de una buena librería especializada de la cual el aprendiz podía disponer. Por otro lado, era conveniente, y así se hacía, que asistiesen los aprendices a las reuniones de los artistas que se producían en los propios talleres de trabajo.[16] En Sevilla se organziaban tertulias en la universidad, academias y en la Casa de Pilatos que además poseía una buena biblioteca, y en ellas debió de acudir Montañés. En las de la academia del pintor Pacheco, debió de conocer a Velázquez y Alonso Cano —entonces ambos discípulos de Pacheco—; asistían además Andrés García de Céspedes, Vicente Espinel, Francisco de Salinas y diversos teólogos, filósofos, escultores y pintores.[17]
Colaboró en 1598 con Miguel de Cervantes, cuando se realizó el túmulo de Felipe II, con motivo de la defunción del rey y por orden del capítulo catedralicio. En esta obra intervinieron, además, una gran parte de artistas sevillanos. A Montañés se le encargaron diecinueve esculturas de gran medida y a Cervantes un escrito para leer delante del túmulo, un soneto titulado: Al túmulo del rey Felipe II,,[18] en tono satírico, que fue muy comentado entre el círculo cultural de Sevilla.[19




OBRAS

Detalle de la cabeza del Cristo de la Clemencia.


Imagen de Santo Domingo penitente, del año 1605. La policromía fue realizada por Francisco de Pacheco. La escultura fue encargada para el convento de Porta Coeli, hoy en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.





Imagen de San Ignacio de Loyola, de la que Martínez Montañés esculpió en 1610 la cabeza y las manos, con motivo de la beatificación del fundador de la Compañía de Jesús, actualmente conservada en la Iglesia de la Anunciación de Sevilla.

Isaac de Juni

Isaac de Juni (León, c. 1539 – Valladolid, 1597) fue un escultor español que realizó su obra dentro del Renacimiento; fue hijo natural de Juan de Juni, escultor de gran fama y prestigio.
Su obra no es muy extensa y fue realizada en la misma época en que trabajaba el grupo de la llamada escuela vallisoletana: Gaspar Becerra, Francisco de la Maza y Esteban Jordán; trabajó principalmente en Castilla, aunque también desarrolló parte de su actividad en Galicia.
Biografía
Familia
Datos de su familia se obtienen gracias al documento de una declaración en un proceso fechado el 18 de abril de 1557 y publicado por J. Domínguez Bordona:
Ysaque de Juni, natural de la cudad de León e que es hijo de Juan de Juni, frances, escultor, residente en Valladolid, y la madre es natural de León. E que es de edad de veite años poco más o menos.[1]
Precisamente por los documentos concernientes a su padre, se tienen más noticias sobre él; en el primer testamento del año 1540 lo nombra como: "hijo natural, Isaac de Juni, de corta edad, dejaba sus herramientas de oficio caso de que quisiera seguir el rumbo de escultor." Nuevamente en otro testamento, más adelante, en 1572 otorga facultad a su hijo Isaac y poder para recibir dinero, pan, trigo etc., en pago de todas las deudas de las obras contratadas. Y para las mandas, a su hijo Isaac de Juni le deja el retrato del escultor que tenía en la puerta de su taller para reclamo de clientes.[2] Por último se vuelve a nombrar a Isaac en su último testamento en 1577, como de treinta y ocho años y quien recibió la cuarta parte de los bienes propios del escultor; "estos bienes se escogerían entre los que se refirieran al arte de escultura y ensamblaje."[3]
Matrimonio y descendencia
Estuvo casado con Juana Martínez de Cuéllar,[4] de quien tuvo cuatro hijos: Juan, Ana María, Jerónima y Estefanía; además, Isaac tuvo un hijo natural llamado Pablo, nacido en 1568 que fue platero de profesión.[5] Todo esto se menciona en su testamento del 4 de noviembre de 1597.[6]
En el testamento de su esposa, Juana Martínez, del 10 de diciembre de 1612, declara que su hija Ana María había estado casada con el entallador Juan de Muniátegui.[7] La casa de Juan de Juni en Valladolid, y que había sido propiedad del matrimonio, fue vendida por la viuda de Isaac en 1602, vuelta a comprar por ella misma en 1612 para venderla otra vez al escultor Gregorio Fernández en 1615.[8
OBRAS
Ávila
• Retablo de la capilla familiar de los Ávila-Monroy en la Iglesia de El Salvador (Arévalo).[9]
El retablo concertado y realizado el proyecto por Juan de Juni el 27 de marzo de 1573 para la capilla de los Ávila Monroy en la iglesia de El Salvador de Arévalo. Después del fallecimiento de Juan, su hijo Isaac de Juni firma un nuevo contrato el 4 de agosto de 1580 para acabar el retablo conforme a la traza y modelos del anterior contrato de su padre, lo terminó Isaac de Juni siguiendo fielmente todo lo diseñado por su padre, ya con un estilo claramente manierista con una composición arquitectónica a base de rectángulos consiguiendo un perfecto equilibrio tanto vertical como horizontal. En el lugar que normalmente ocuparía el tabernáculo, seguramente con esquema totalmente de Isaac se encuentra un relieve con la Imposición de la casulla a san Ildefonso.[10]
Segovia
• Retablo mayor del Monasterio de Santa Clara (Cuéllar).
Otorgó la escritura en Cuéllar el 26 de octubre de 1587, y por ella se obligó a hacer un retablo de talla y pintura en un plazo de seis años, debiendo entregar el conjunto en 1593, por el que cobraría 17.000 maravedís anuales. Uno de los fiadores fue Gregorio Martínez, presumiblemente el pintor del retablo, y el otro el ensamblador Miguel de Cieza, amigo del escultor.[11] Cuando Juni falleció en 1597, el retablo, que se realizó en Valladolid, no había sido finalizado, y se debió concluir en el taller mantenido por sus herederos en 1600, año en que se trasladó definitivamente a Cuéllar.[5] Se trata de un retablo columnado y articulado con banco y dos cuerpos. En el banco se representan varios apóstoles de reducido tamaño y dos mayores con la Justicia y la Fortaleza; la calle central alberga las esculturas de la Virgen con el Niño y Santa Clara, y como remate un Calvario flanqueado por dos grandes escudos con las armas de los fundadores.[12]
Valladolid
• Retablo de la capilla de los Alderete en Tordesillas.
Para la capilla de Nuestra Señora de la Piedad de la iglesia de San Antolín de Tordesillas, había comprado el regidor de la villa, Gaspar de Alderete, la arquitectura de un retablo del monasterio de Santa Clara, que encargó poner la imaginería en 1567 a Juan de Juni, una vez aceptado el contrato fue ayudado por su hijo Isaac de Juni en el montaje del retablo, en lo pies de este retablo se encuentran las imágenes de la Virgen María, con san Juan, María Magdalena y Maria Salomé, el diseño es sin duda de Juan, mientras la ejecución del tallado es de Isaac de Juni.[13]

Felipe Bigarny

Felipe Bigarny, nombrado también como Felipe Vigarny, Felipe Biguerny o Felipe de Borgoña, apodado el Borgoñón (Langres, Borgoña c. 1475 - Toledo, 10 de noviembre de 1542) está considerado uno de los más insignes escultores del renacimiento español. Presentó además algunos proyectos como arquitecto.
En sus obras había rasgos flamencos, borgoñones y renacentistas italianos. Consiguió un gran prestigio con las muchas obras que realizó fuera de Burgos y se convirtió en el maestro de escultura y talla de la Catedral de Burgos. También estuvo muy presente en muchas de las obras más importantes de la Corona de Castilla, con lo que llegó a manejar varios talleres simultáneamente, lo que le proporcionó una buena posición socioeconómica.
Biografía
Juventud
Nació en Langres (Borgoña), se cree que en 1475. Teniendo ya unos años parece que viajó a Italia, ya que cuando era mayor señaló que había estado en Roma en su juventud. Este viaje a Italia explicaría sus conocimientos del renacimiento italiano anterior al año 1500, muchos rasgos de este estilo estuvieron presentes en su formación gótica inicial.
Vida en España
En 1498, con unos 23 años, realizaba el camino de Santiago cuando se detuvo en Burgos. Allí le encargaron los relieves del trasaltar mayor de la catedral, realizándolos con su cuidada técnica, lo que conllevaría la contratación de nuevos trabajos y su residencia de por vida en España. Sería el inició de una imparable actividad en todos los géneros escultóricos, trabajando como decorador e imaginero, con piedra y madera.
En 1499[1] diseñó las trazas del retablo mayor de la catedral de Santa María de Toledo, contratado por el cardenal Cisneros,[2] arzobispo de ésta, preparando además una figura de San Marcos y comprometiéndose a esculpir cuatro relieves principales,[3] de los que se le atribuyen inequívocamente los dos superiores de la calle central, terminando estos encargos en 1504. En estos años también realizó algunas imágenes para el retablo de la universidad de Salamanca.[4] Seguidamente comenzó a preparar la capilla del Sagrario de la Catedral de Palencia, dejando bien claro que aunque se hiciera el trabajo en su taller, el artista se comprometía a esculpir todos los rostros y manos. El 12 de diciembre de 1506, Bigarny entregó 17 esculturas (entre las que iba un San Antolín ya policromado) y el 19 de octubre de 1509 entregó las 9 restantes. Éstas finalmente se colocaron en el retablo mayor. Ese año volvió a Burgos a trabajar junto con Andrés de Nájera en la sillería del coro de la catedral, quedando terminada en 1512. Se le atribuyen a él y a su taller los tableros de la fila superior de las sillas laterales.
En 1513 diseñó el baldaquino del sepulcro de Domingo de la Calzada para la Catedral de Santo Domingo de la Calzada, que sería llevado a cabo por Juan de Rasines.[5]
En 1516 comenzó a trabajar en la portada y retablo mayor de la Iglesia de Santo Tomás de Haro, finalizando en 1519. Ese año residió un tiempo en Casalarreina, lo que llevó a pensar que habría colaborado en la construcción del Monasterio de Nuestra Señora de la Piedad, sin haber datos que así lo indiquen.
En estos años realizó un relieve del retrato de perfil del Cardenal Cisneros, que actualmente se encuentra en la Universidad Complutense de Madrid.[6] Hay datos sobre la realización de otro a Antonio de Nebrija.
Contrajo matrimonio con María Sáez Pardo, viuda con hijos que emigraron a América, con ella tuvo cinco hijos. El primero, Gregorio Pardo, nació en 1517. Al crecer sería el único hijo que continuaría con la labor de su padre, colaborando con este en sus últimos años, manteniendo el taller paterno en la diócesis de Toledo. Sus rasgos propios se extendieron por el ámbito de la escultura burgalesa y castellana del primer tercio del siglo XVI y persistieron durante el segundo tercio de este mismo siglo hasta la irrupción del romanismo.
En 1519 colaboró con Berruguete en la elaboración del sepulcro del cardenal Selvagio en Zaragoza, continuando probablemente esta colaboración en la Capilla Real de Granada, de la que parece que Bigarny solo participó en su diseño en 1521.
Colaboración con Diego de Siloé
Al regresar a Burgos empezó a colaborar con el burgales Diego de Siloé, quien tras terminar su formación en Italia habría vuelto a su ciudad cerca de 1519. Con él hizo en 1523 el retablo de San Pedro en la capilla del Condestable de la Catedral de Burgos. En la misma capilla realizaron entre 1523 y 1526 las figuras del retablo mayor de la Presentación de Jesús en el Templo, considerada una de las más bellas obras del renacimiento hispánico. Antes de 1534 Bigarny habría realizado también las esculturas yacentes de los fundadores de la capilla, Pedro Fernández III de Velasco y su esposa.
Con Diego de Siloé tuvo una gran rivalidad, pero nunca consiguió superarle. Consciente de su fama y respeto en la ciudad tomó residencia permanente en Burgos, primero en un inmueble en el barrio de San Juan y después en una destacada vivienda junto a la Casa de la Moneda.
De 1524 es el contrato para el sepulcro del canónigo Gonzalo Díez de Lerma, también en la catedral de Burgos, en la Capilla de la Presentación. Es muy expresivo y tiene influencias del estilo de Diego de Siloé.
En estos años se le atribuyen las obras no documentadas de un retablo de Santiago de la Puebla (Salamanca) y las esculturas de Virgen de la Silla y Virgen con Niño para la iglesia de la Asunción de El Barco de Ávila, esta última se expone en el Museo Nacional Colegio de San Gregorio de Valladolid. También por similitud con algunas de sus obras se le atribuye el sepulcro del canónigo Diego Bilbao y un retablo que se conserva en la parroquia de Cardeñuela Riopico.
Apareció en el libro de 1526 Medidas del Romano de Diego de Sagredo como uno de los interlocutores y fue alabado como singularísimo artífice en el arte de la escultura y estatuaria. Entonces le llegaron encargos de numerosos lugares de España.
En 1527 terminaba el retablo de la Descensión o del Pilar en la Catedral de Toledo, que probablemente habría empezado en 1520. Esta obra también esta muy influenciada por el estilo de Siloé, aunque poco después la relación con éste se enturbió a causa de diferencias en la contratación de la construcción de la torre de la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora de Santa María del Campo, por lo que Siloé estableció y ganó un pleito contra Bigarny.[7]
Últimos años
En 1530 da un parecer sobre la obra de la catedral de Salamanca. Entre 1531 y 1533 realiza el sepulcro del obispo Alonso de Burgos, para la capilla del Colegio de San Gregorio de Valladolid. Éste trabajo aunque fue muy elogiado tiene menor mérito. En 1534 elabora el sepulcro de Pedro Manso, obispo de Osma, para el monasterio de San Salvador de Oña.
Al morir María se casó en 1535 con Francisca Velasco.
En 1535 el cabildo de Toledo le solicitó unas trazas para ejecutar la sillería del coro de la catedral además de a Diego de Siloe, Juan Picardo y Alonso Berruguete. Finalmente se las encargaron a Bigarny y Berruguete que se comprometían el 1 de enero de 1539 a hacer treinta y cinco sillas cada uno. Felipe realizaría las del lado del Evangelio y además debería hacer también la arzobispal.[8]
En 1536 firma un contrato para realizar en dos años los sepulcros de Diego de Avellaneda, obispo de Tuy (diseñado para su colocación original en el Monasterio de San Jerónimo de Espeja, Soria) y el de su padre (hoy conservado en Alcalá de Henares).[9] En 1539 todavía no había podido realizarlos por su dedicación a otros encargos subcontratando las figuras de bulto a Enrique de Maestrique.[9] Sería una de las obras inconclusas a su muerte, siendo terminada por Juan de Gómez. El sepulcro de Diego de Avellaneda fue comprado por el Estado español en 1932 para formar parte de la colección permanente del Museo Nacional Colegio de San Gregorio de Valladolid.[9]
En 1541 le contratan un retablo para el Museo-Hospital de Santa Cruz en Toledo que no llegaría a ejecutar.
Murió en 1542 teniendo contratadas y en ejecución obras en Toledo (donde Berruguete terminaría su parte inconclusa), Peñaranda de Duero, Valpuesta y en Burgos. Tenía un taller organizado en cada uno de esos lugares, de los que en su ausencia se encargaba alguno de sus oficiales de confianza. Entre ellos se encontraron Maese Enrique, Diego Guillén, Sebastián de Salinas, Juan de Goyaz y su hijo Gregorio Pardo. Entre estos destacó Diego Guillén, su oficial de confianza casado con una cuñada de Bigarny.
Descendencia
Con María Sáez Pardo tuvo cinco hijos:
• Gregorio Pardo
• Clara, conocida en Burgos por su belleza como la niña de plata.
Con Francisca Velasco tuvo otros cinco hijos.
Su estilo
Sus obras de finales del siglo XV en Burgos, tenían un estilo notablemente innovador y confesaban quien era su autor por unos rasgos muy marcados que logró imponer a su amplio y disciplinado taller.


OBRAS
Detalle de la tumba del Condestable en la Catedral de Burgos.


Portada principal de la Iglesia de Santo Tomás de Haro. Estilo plateresco.






Retablo de la universidad de salamanca

Damián Forment

Damián Forment (Valencia; 1480 - Santo Domingo de la Calzada (La Rioja); 1540) fue un escultor español, considerado el más productivo de la Corona de Aragón[1] y uno de los primeros introductores del Renacimiento en España.
Hijo de padre escultor, con el que trabajó en varias obras en Valencia y también con su hermano mayor Onofre Forment. Se cree por el estilo italianizante-renacentista de sus obras que amplió su formación, probablemente en Italia. Parece que Jaime Vicente, escultor valenciano también lo tuvo como discípulo.[2]
Biografía
Contrajo matrimonio en Valencia en 1499 con Jerónima Alboreda con la que tuvo cuatro hijas. Se trasladó a Zaragoza en 1509 para realizar su primer gran encargo en la Basílica del Pilar (Zaragoza), en el retablo del altar mayor que los comitentes le impusieron que tomara como modelo el retablo gótico de la Seo y con temario mariano. Construyó otros dos retablos para la ciudad de Zaragoza, el de la iglesia de San Pablo y el de San Miguel de los Navarros. El segundo encargo catedralicio se lo hicieron entre 1520 y 1534 para la catedral de Huesca muy parecido al de la Basílica del Pilar, con tres escenas principales el Camino del Calvario, la Crucifixión y el Descendimiento.[3]
Montó un taller de gran importancia en Zaragoza, con numerosos discípulos y aprendices; en este obrador se realizaron más de veinticinco retablos. Uno de sus mecenas más importantes fue el obispo de Lérida, Jaime Conchillos, de origen aragonés que le hizo varios encargos de retablos para la ciudad de Zaragoza, entre ellos el de su capilla funeraria en la antigua Capilla de Nuestra Señora del Pilar y además otros en la población natal del obispo: Tarazona.[4] Llegó a tener en marcha a la vez que el taller de Zaragoza, otro dos, uno en Huesca y otro en Tarragona.
Su obra más importante y polémica es el retablo para el monasterio de Poblet (Tarragona), que le encargó el abad Caixal, en alabastro blanco. Se hizo la obra entre 1527 y 1529, contando con muchos colaboradores. Consta de cuatro cuerpos horizontales y el remate con un calvario. En el primero y tercer cuerpo se representan escenas de la vida de Cristo en relieve dentro de nichos avenerados, en el cuarto cuerpo se ven los doce apóstoles con la figura central del Salvador y en el segundo está dedicado a la Virgen María, escultura que preside el retablo, acompañada por santos y santas. Le acusaron de "no poner buen mármol" y deficiencias en la talla (sobre todo ornamental), por lo cual no cobró lo estipulado en el contrato. Está restaurado y es la obra de estilo renacimiento más importante que tiene el monasterio de Poblet.[5]
Murió cuando estaba trabajando en el retablo de la catedral de Santo Domingo de la Calzada contratado en 1537 y realizado en madera. Forment dejó numerosos discípulos y seguidores como Juan de Salas y Gregorio Pardo hijo de Felipe Vigarny.
OBRAS
Retablo mayor de la Basílica del Pilar
El retablo del altar mayor de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza fue realizado en alabastro policromado, con guardapolvo de madera, por Damián Forment entre 1512 y 1518 y está dedicado a la Asunción de la Virgen. El estilo de la arquitectura del retablo es gótico final, si bien las escenas figurativas muestran características plenamente renacentistas.

Nuestra Señora del Coro
Nuestra Señora del Coro (c. 1515) es una escultura en alabastro policromado y dorado de Damián Forment que procede del Convento de Carmelitas Descalzas de Santa Teresa, conocido como «Las Fecetas», de Zaragoza (Aragón, España).
Muy alabada por el padre Faci en 1739, recibió ese nombre por la ubicación original de la pieza en el coro de la iglesia conventual. Se trata de un busto de la Virgen de medio cuerpo con el Niño recostado sobre dos cojines, quien toma con su mano el dedo índice de su madre. En la descripción del padre Faci se dice que María ofrecía al Niño unas flores, y ya se aludía a la mella de la barbilla, que debió ser repuesta posteriormente.

Piedad (Damián Forment)
Esta Piedad, de entre 1522 y 1525, es un relieve escultórico en alabastro policromado y dorado de Damián Forment procedente del retablo de Santa Ana, San Jerónimo y San Martín de la capilla de la Catedral de Huesca que perteneció al canónigo Martín de Santángel, cuya estatua orante presidió la estancia, cuya construcción se terminó en 1525 con la instalación de su reja en hierro. Su retablo, dedicado a Santa Ana, San Jerónimo y San Martín, fue calificado en el siglo XIX de «primoroso».

Giuliano di Piero di Simone Bugiardini

Giuliano di Piero di Simone Bugiardini (Florencia, 29 de enero de 1475 - 17 de febrero de 1577), fue un pintor italiano que trabajó durante el Renacimiento tardío y el Manierismo, activo fundamentalmente en Florencia.
Biografía
Inició su aprendizaje con el escultor Bertoldo, para después pasar al taller de Domenico Ghirlandaio. En 1503 fue admitido en el gremio de los pintores florentinos, la Accademia di San Luca. Comenzó una asociación con Mariotto Albertinelli que duró hasta 1509, en que éste último se unió al taller de Fra Bartolomeo.
No conocemos sus primeras obras, probablemente todavía bajo el influjo de su primeras lecciones con Ghirlandaio. Sin embargo, a partir de 1505, Bugiardini hace un esfuerzo intelectual y artístico para actualizar su propuesta pictórica, siempre bajo la dirección de Albertinelli, y después, de Rafael.
Sin embargo, su propio carácter le impidió asimilar en esencia los principios clasicistas a los que aspiraba. Con posterioridad a 1512, se convierte en un fiel seguidor de Fra Bartolomeo e incorpora muchas de sus soluciones estilíticas a su pintura. Por desgracia, sus limitaciones se traducen en una falta de armonía formal y en una dificultad insuperable para aceptar las reglas de la proporción. Este defecto afea muchas de sus obras, y aunque es un pintor con buena mano, nunca llegará a los objetivos que pretende.
Bugiardini fue invitado a la Accademia di San Marco en los Jardines Mediceos, donde se convirtió en amigo y seguidor de Michelangelo. Vasari menciona una breve colaboración de Bugiardini en la decoración de la Capilla Sixtina hacia 1508. También trabajó en Bolonia en 1526-1530.
Vuelto a Florencia en 1531, allí concluye su Rapto de Dina, a partir de bocetos de Fra Bartolomeo. De sus obras posteriores hay que destacar el Martirio de Santa Catalina de Alejandría (Santa Maria Novella, Florencia), para tal obra, Miguel Angel le suministró ideas y diseños, que Bugiardini no aprovechó en toda su grandiosidad. Sin duda, su mejor obra de este período es la Virgen entronizada entre la Magdalena y San Juan Bautista, en la que libre en parte del influjo de Fra Bartolomeo, consigue una fluidez y una amplitud que le deben mucho a Buonarroti.
OBRAS
Sagrada familia con San Juanito

La Suora


Historia de Tobias